Suelta lo Bueno, para Encontrar Algo Mejor
Anteriormente hablé de mi consejera espiritual, quien me enseñó que nosotros muchas veces no alcanzamos algo mejor, por temor de dejar algo bueno. Esto mismo lo leí de un escritor hindú y de un filósofo budista. Recuerdo la analogía del mono utilizada por el escritor. El mono va saltando de rama en rama, dispuesto a soltar una rama (buena y segura) para moverse hacia adelante con el ánimo de alcanzar algo mejor.
La decisión de regresarme a mi país ha sido de las más difíciles en mi vida. Llevaba casi quince años viviendo en el exterior; me fui a los dieciocho años a estudiar y luego estuve otros años en traslados de trabajo. Desde el aspecto profesional y económico, ganaba muy por encima de lo que pudiera ganar en Panamá, y mi carrera iba en ascenso, pero había pasado una situación familiar y por primera vez tuve visibilidad de una nueva etapa en mi rol como hija y hermana.
Espiritualmente, me había acercado mucho a Dios estando fuera, era parte de un grupo de jóvenes, y me sentía muy apoyada por la comunidad en general. Socialmente, qué les puedo decir: Nueva York es la meca de la moda, buena comida y bebida, y buenos shows. En fin, mi vida era muy buena y cómoda; vivía en Nueva York, por Dios, la ciudad que nunca duerme, la ciudad en la que muchos anhelan vivir al menos por un corto periodo.
Cuando fui a pedir ayuda espiritual, era porque ya no encontraba una manera de decidirme. Tenía pesadillas; había hecho varios ejercicios de meditación y discernimiento. Tenía cientos de listas con los pros y cons de cada ciudad, y aun así no encontraba decidirme sin angustiarme.
Entonces esta hermosa monja me dijo un buen día, “Yamileth, has vivido solá desde los dieciocho años y te has convertido en una joven muy centrada. Tú conoces la diferencia entre el bien y el mal. Esta decisión no es entre el bien y el mal. Debes decidir entre bueno y mejor. Y no importa qué decidas, estarás bien porque ambas son buenas. Es solo que una es mejor.” Fue como poesía o la mejor música que pude escuchar. Me llené de paz y tranquilidad. Y en menos de veinticuatro horas la decisión estaba tomada. Dios es tan perfecto que hasta el boleto de avión ya lo tenía, porque lo había comprado dos meses antes para celebrar los setenta años de mi madre.
La realidad es que cuántas cosas mejores no dejamos pasar por quedarnos en la comodidad de lo bien que nos sentimos donde estamos. Ir hacia lo desconocido trae muchos frutos, de crecimiento, de madurez y fortaleza. No debemos temerle a los cambios. Armémonos de energía, perseverancia y resilencia ante las turbulencias del cambio, ya que tendrás tu recompensa y continuarás encontrando momentos de felicidad.
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